Saltar al contenido
las 12 señales de la deuda compulsiva
- No tener clara su situación financiera. No conocer el balance de sus cuentas, gastos mensuales, la tasa de interés mensual de sus préstamos, cargos, o las obligaciones contractuales.
- Frecuentemente “olvidarse” de cosas como libros, lapiceros o pequeñas cantidades de dinero prestadas por amigos o por otros, y no devolverlas.
- Pobre hábito de ahorros. No planificar el pago de impuestos, planes de retiro u otros gastos no recurrentes, pero predecibles. Después sorprenderse cuando llegan a convertirse en deudas; adoptando una actitud de “vivir el hoy, sin importar el mañana”.
- Compras compulsivas: imposible dejar pasar una “buena oferta”; hacer gastos compulsivos; dejar etiquetas en la ropa para poder devolverla; no usar las cosas que ha comprado.
- Dificultad en cumplir obligaciones financieras básicas o personales, y/o un sentido desproporcionado de logro cuando dichas obligaciones se cumplen.
- Tener un sentimiento diferente al comprar cosas con crédito, que al pagar con efectivo, un sentimiento de pertenecer a un club, de ser aceptado, de ser una persona adulta.
- Vivir en un caos y drama constante alrededor del dinero: usar una tarjeta de crédito para pagar otra; sobre girar cheques; siempre enfrentando una crisis financiera.
- Tendencia a vivir en el abismo: viviendo entre sueldo y sueldo; tomando riesgos con la salud y la cobertura del seguro del auto; emitiendo cheques y esperando que aparezca el dinero para cubrirlos.
- Injustificadamente sentirse inhibido y avergonzado cuando se está teniendo una conversación normal sobre dinero.
- Sobre-trabajo y sub-ganancias: trabajar horas extras para ganar dinero a fin de pagar a los acreedores; uso ineficiente del tiempo; tomar trabajos por debajo de su perfil y nivel de educación.
- Dejadez para cuidar y valorarse a sí mismo: viviendo en una privación autoimpuesta; negándose sus necesidades básicas, a fin de pagar a sus acreedores.
- Sentimiento de esperanza que alguien va a encargarse de Ud., si fuese necesario, para no entrar en graves problemas financieros, que siempre habrá alguien a quien recurrir.