Ella creía que la solvencia y la prosperidad era posible para los demás, pero no para sí.
Desde que recuerdo mi madre peleaba por la forma de beber de mi padre y porque el malgastaba su dinero bebiendo. Mi padre se fue de casa cuando se quebró por primera vez, nos dejó solas a mi madre, a mi hermana y a mí para irse a trabajar a otra ciudad.
Durante el tiempo que mi padre estuvo fuera de casa, mi madre se hizo cargo del hogar, fueron días muy difíciles para mí ya que después de la partida de mi padre, mi madre me castigaba físicamente para mantenerme bajo control. Siempre le escuché a mi madre quejarse de que no había dinero a pesar de no hacer falta nada en nuestra casa y de que mi padre solo le ayudaba con 50.000 pesos. Mi padre era un hombre muy dependiente, su mamá, su hermano y mi mamá siempre estuvieron prestos a solucionarle los problemas que tenía con el dinero, lo vi quebrado muchas veces, ninguno de sus negocios funcionó hasta que su mamá le entregó un local para que lo rentara y tuviera de qué vivir, aun así, vive quejándose de que el dinero no le alcanza y que no sabe qué hace con su dinero. Mi mamá es una mujer mucho más organizada con el dinero, siempre vi que tenía ahorros y ante cualquier situación difícil ella tenía dinero para responder.
Pasado el tiempo mi mamá comenzó a darnos todo a mi hermana y a mí, yo creí que el dinero era fácil de conseguir porque ella siempre lo tenía y ella nunca me decía que no, creí que su dinero era mi dinero. Me endeudé por primera vez cuando tenía 18 años, mis padres me enviaban dinero para mis gastos en la universidad, pero nunca me alcanzaba porque ya me había convertido en una alcohólica y tenía una fuerte dependencia por las relaciones afectivas. El dinero que me faltaba lo pedía prestado a la tía con la que vivía y para poder pagarle no le presentaba los recibos de la matrícula a mi padre y siempre le pedía dinero demás. Luego comencé a trabajar y mi vida siguió igual, gastando dinero en alcohol, ropa costosa y comprando afecto de parejas y amigos para evitar el dolor que me produce la soledad. Nunca logré ahorrar, no entendía como las demás personas podían hacerlo, pero tampoco me importaba porque no faltaba el dinero en mi cuenta y cuando hacía falta ya tenía dos tarjetas de crédito o le echaba mano al dinero de mi madre sin que ella lo supiera. Un día me despidieron y tomé la decisión de ser independiente y no volver a emplearme, mientras tanto tocaba fondo con mi manera de beber y llegué a un grupo de AA. Luego de lograr mi abstención con la bebida todo comenzó a empeorar, comencé a darme cuenta que aparte del alcohol tenía problemas con las relaciones, la deuda y el gasto compulsivo. Vivía de alquilar habitaciones en mi casa, de trabajos sub- remunerados y del dinero que me daban mis padres. En una reunión de AA una compañera me habló de DA y asistí por primera vez, asistiendo a las reuniones logré parar de pedir dinero prestado, pero no trabajé los pasos, creí que mis problemas con la deuda se habían solucionado y no regresé.
A los pocos meses recaí.
Luego de estar trabajando pasos en otro programa, mi madrina me dijo que tenía mente de deudora. A pesar de estar avanzando en un nuevo trabajo y tener ingresos continuaban las deudas, no lograba pagarlas. Entonces regresé a DA en enero de 2019.
Me comprometí con la recuperación a través del servicio, leía en las reuniones o las coordinaba, conseguí una madrina e inicié el trabajo de 12 pasos, comencé a utilizar el registro de gastos, las reuniones de alivio de presión y el plan de gastos.
Las herramientas me han dado mucha claridad y consciencia con respecto a mis ingresos y mis gastos. Ha pasado un año y estoy terminando de pagar mi primera deuda, he comenzado a tener ahorros y un fondo de contingencia. Ya no siento culpa por gastar dinero porque lo que gasto está dentro de mi plan de gastos, he comenzado a destinar dinero para las vacaciones y para una casa, eso nunca pasaba por mi cabeza, yo creía que eso era posible para los demás, pero no para mí.
Esta es mi historia, soy Carolina un Deudora en recuperación.
Gracias a D.A.